A veces ocurre que la realidad es tan evidente, y a la vez, tan cruda, que parece que la tendencia es reprimirla, ignorarla, mirar para otro lado; pero esa actitud solo nos conduce a la resignación, al conformismo y, lo que es peor, al engaño de uno mismo fruto de la ignorancia derivada de la indiferencia. Eso puede ocurrirnos a todos y tal es así que nuestra tan vanagloriada Ciudad Patrimonio de la Humanidad no es ni mucho menos el ejemplo a seguir, si la ciudadanía permite que un solo monumento o edificio digno de conservación, se pierda, o pueda llegar a perderse.
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Fachada en el estado actual |
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El Antiguo Penal de Mujeres de Alcalá de Henares, más conocido por La Galera, es un claro ejemplo de ello. Su ubicación, fuera del “cogollo” del Casco Histórico, favorece su exclusión para la ciudadanía como edificio de interés histórico, pese a tenerlo, y mucho: comenzada su edificación en el año 1883, tan solo 47 años después del cierre de la Universidad, es un ejemplo vivo de aquella transformación de la Ciudad Universitaria Complutense en una ciudad cuartelaría, castrense y penitenciaria, de la que La Galera formaba parte. La decadencia de la ciudad desde finales del siglo XVIII y ya entrado el siglo XIX, impidió en gran medida que las aportaciones al Patrimonio Histórico de la Ciudad fueran mucho mayores, si bien no por ello inexistentes. Sin embargo, La Galera, lejos de ser un edificio de escasa importancia, muy al contrario, es una manifestación de primer orden de la arquitectura modular penitenciaria desarrollada en la época de su construcción, en la que se implanta el Sistema Radial. Las nuevas teorías arquitectónicas carcelarias, implantadas en la España del siglo XIX, tienden a organizar en módulos radiales las prisiones, de las cuales muy pocas han llegado hasta nuestros días. Entre ellas se encuentra la Cárcel de Mujeres de Alcalá de Henares.
La necesidad de elevar una nueva cárcel respondió a la conversión en Prisión Central Femenina (por el considerable aumento de las reclusas) de la parte dedicada a mujeres del conjunto carcelario en el Antiguo Colegio-Convento de San Cirilo (mujeres) y en el Antiguo Colegio-Convento de Santo Tomás (hombres), este último rehabilitado como Parador Nacional, y que conserva en mayor o menor medida las construcciones originales del siglo XVII del antiguo convento, aun existentes y las edificaciones dedicadas al uso de prisión, del siglo XIX, readaptadas para su actual uso hotelero. La Galera es obra de Tomás Aranguren, arquitecto de la Cárcel Modelo de Madrid, concluida por su hijo Celestino Aranguren, que elevan un conjunto de nueva planta reaprovechando los materiales y el solar del Antiguo Colegio-Convento de San Cirilo —en el que San Juan de la Cruz fue su primer Rector— y del que únicamente quedó en pie la Iglesia, destinada para capilla de la cárcel y que en la actualidad ejerce de Teatro Universitario, el “Teatro La Galera”. Todo ello según un proyecto que recogía las nuevas teorías penitenciarias, que cristalizaron en la supresión del sistema de trabajos forzados (galeras) por el de reclusión. Ejerció como establecimiento penitenciario desde 1883, hasta su cierre definitivo como prisión, en 1978.
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Interior de las galerías |
Cuatro años después de su cierre, por orden del Ministerio de Justicia habían comenzado a derribarse algunas zonas, dejándolas arrasadas, como los edificios de los talleres donde hoy se alza la Facultad de Documentación y una de las alas añadidas al conjunto original dentro de uno de los patios, así como una serie de añadidos que se le habían ido realizando al primitivo edificio decimonónico. Esas demoliciones (cuyos restos aun hoy son perfectamente visibles) no prosiguieron, por fortuna, salvando la destrucción de La Galera por manos de la piqueta. Ya en 1987, con la firma del Convenio de Alcalá, se marca un doble objetivo para La Galera: uno, dotar de nuevas dependencias universitarias a la ciudad mediante la creación en el edificio de la Residencia de Estudiantes “María Isidra de Guzmán” y un Colegio Mayor; dos, rehabilitar el conjunto y conservarlo, en aras del mantenimiento para su nuevo uso. Semejante quimera estaba plasmada en un herrumbroso cartel metálico ubicado en la reja de la entrada, que será substituido por otro cartel que también se oxidará... El proyecto nunca se llevó a cabo y su frustración fue su condena. En las celdas de La Galera ya no se cumplen penas, salvo una: la del propio edificio, sin saber si es cadena perpetua o directamente la pena de muerte.
La Galera se cae a pedazos; su situación, insostenible, es de gravísimo riesgo de derrumbe, el cual ha pasado de la evidente hipótesis de hace algunos años a la muy cruda realidad: las imágenes que acompañan al presente texto hablan por sí solas. En el interior, las obras llevadas a cabo en los años 80 del siglo XX han convertido en diáfanas alas enteras en las que se ubicaban las antiguas celdas, como ocurre en el módulo sur (adosado a la Facultad de Documentación), de la que se demolió una cuarta parte y que aun hoy sigue sin “cerrarse” con el nuevo edificio, dejando a la intemperie parte de las cerchas de los tejados. El paso de los años permite que las inclemencias del tiempo, la humedad, el viento, los cambios de temperatura, vayan destruyendo y deteriorando de manera inminente las cubiertas, sentenciando así su pena de muerte.
Esta pena de muerte del edificio ha empezado a aplicarse lentamente en el módulo este (el más cercano al Archivo General de la Administración y paralelo a la Calle de los Basilios), pues los orificios en las cubiertas por la muy deficiente conservación de los tejados, han generado hasta tal punto el deterioro de la estructura provocada por la filtración de agua de lluvia que, gran parte de las cubiertas y muros del piso superior de este módulo, han cedido, quedando completamente derrumbadas dos partes considerables, estando los tejados, cerchas, muros y forjados, completamente destruidos, y cuyos materiales ejercen peso sobre las plantas inferiores y agravan mucho más el gran problema de la filtración de las aguas, haciendo peligrar la integridad del módulo este, que se encuentra en lamentable estado de ruina y abandono.
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Graves daños estructurales |
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El módulo norte (adosado a la capilla, actual teatro) es el que mejor se encuentra, aunque ello no sea óbice a que también necesite intervenciones; cuanto menos, el estado de las cubiertas es bastante aceptable, no corriendo por ello peligro alguno. El módulo oeste es el que ejerce de entrada, en el que se encontraban la zona administrativa y de servicios de la prisión, cuya estampa presidida por la reja de entrada lo hace inconfundible. Tiene graves problemas en la cubierta, con los mismos riesgos ya expuestos en el módulo este, si bien, en este caso la estructura del conjunto aun permanece dignamente en pie, pese a su indigna conservación. Perfectamente rehabilitadas están la Capilla y la casa de la Pastoral Penitenciaria, más cercana a la entrada. La casa (adosada a la anterior) con interesante decoración neomudéjar decimonónica, sin embargo, presenta grave deterioro de sus cubiertas y se encuentra en inminente estado de ruina e incuria.
La solución definitiva pasaría por otorgarle un uso, para cuya adaptación fuese obligada su rehabilitación integral. Su uso podría ser único o múltiple pero, en definitiva, que la propia estructura de conjunto permita un uso adecuado y que éste se adapte a aquella, pudiendo ser desde un archivo, a un aulario, ampliación de la Facultad de Documentación (módulo sur), o todas las cosas a la vez. O cualesquiera otros que permitieran recuperar el inmueble. En cualquier caso, si a corto plazo no se le otorgase un uso determinado, la solución transitoria pasaría por restaurar las cubiertas únicamente, generando una inyección de vida al edificio que podría “prorrogar” su rehabilitación integral para su futuro nuevo uso, que permitiera su conservación.
La Galera, como importante parte de nuestro Patrimonio Histórico, merece algo que nunca se aplicó entre sus muros: el indulto, pero esta vez a la pena de muerte del edificio, que si permitimos que se aplique, privaría a las futuras generaciones de un magnánimo ejemplo de arquitectura penitenciaria modular de primer orden, parte del rico patrimonio monumental complutense.
GDPC
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Vista general. A la derecha el Parador Nacional |
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Estado de los tejados en junio de 2011. Pero la ruina avanza |
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Situación bajo cubierta en los tejados que aún permanecen accesibles (y expuestos) |