5.2. Restauraciones deficientes
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Restauración deficiente en el exterior del MAR |
Hay que valorar y recuperar el patrimonio histórico, monumental y doméstico. Pero sabiendo que, en ocasiones, es preferible no actuar antes que hacerlo de manera inadecuada. Se necesita el concurso de empresas y personal específicamente formado para la rehabilitación o restauración, que dispongan de los conocimientos técnicos necesarios para cada caso. No son pocos los muros de ladrillo que muestran antiestéticas recomposiciones o retacados efectuados con cemento pese a lo inadecuado del material. Véase la fachada del Museo Arqueológico Regional, por ejemplo, (foto al lado); un pastiche de muy poco tino, una deficiente ‘restauración’ que hiere a la vista, además de dañar al inmueble. O la inacabada actuación en el muro perimetral del Convento de Carmelitas del Corpus Christi, vulgo de Afuera, donde se pretendía ‘restaurar’ el muro de tapial hacia la C/ Giner de los Ríos, sin la pericia y conocimiento necesarios; una agresión que se mantiene inconclusa, paralizada, a través de los años, en situación lamentable.
Tampoco hay que echar la vista muy atrás. Numerosos inmuebles siguen siendo ‘rehabilitados’ en la actualidad bajo cuestionables criterios. De puertas para adentro, es difícil saber qué se hace. Pero en el exterior, se sigue viendo un abuso de los enfoscados con cemento, tratados con una capa final de pintura que disimula los materiales. Ejemplos tenemos en la plaza de los Santos Niños, o en la C/ Cardenal Cisneros, no siendo éstas las únicas. Según se nos informa, esa no es la solución indicada por los técnicos municipales. ¿Por qué, entonces, se permite? Hay que ponerle coto.
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Menos cemento y más mortero de cal |
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Las corrientes más avanzadas en restauración hace años que volvieron la vista a la recuperación y empleo de las técnicas y materiales originales, los que se utilizaron y aún permanecen en numerosos edificios. Técnicas y materiales que han demostrado su valía en el tiempo. Hay que insistir en la necesidad de recuperar los tradicionales morteros de cal, de eficacia mostrada y contrastada a través de siglos de uso. Hay, por otra parte, que desechar pesadas estructuras metálicas modernas, instaladas sobre muros de ladrillo o tapial que no fueron diseñados para tanta carga. ¿Quizá para evitarse hoy el trabajo artesanal y eficaz de un buen carpintero? Son estructuras metálicas ajenas, extrañas, que sobrecargan y acaban provocando deterioro y ruina.
No solo hay que restaurar; también hay que hacerlo con conocimiento, con respeto y rigor. El verdadero arquitecto restaurador no busca dejar su impronta, su ‘huella para la posteridad’. No cuando lo que se pretende es restaurar, parar el deterioro, recuperar sin aportar abalorios ni innovaciones. Los tiempos del arquitecto galo Viollet-le-Duc y escuela, con su falta de rigor histórico e idealizaciones subjetivas —que alteraron y reinventaron no pocos monumentos a su gusto y antojo— quedaron atrás, por suerte. No basta con tener conocimiento. Hay que saber cómo aplicarlo, cuándo, de qué manera, al margen de pareceres personalistas. El restaurador ni crea, ni recrea. No es ese su papel.