del Patrimonio Complutense
Una relación del Patrimonio Histórico en riesgo
1.2.7. MONASTERIO DE SAN BERNARDO
Ubicación: Plaza de las Bernardas.
Datación: S. XVII (c. 1617).
Fundación/Patronazgo: Arzobispo de Toledo D. Bernardo de Sandoval y Rojas.
Arquitecto: Juan Gómez de Mora; alarife: Sebastián de la Plaza.
Descripción: Monasterio cisterciense de estilo barroco. Iglesia de planta oval, con capillas radiales. Claustros y dependencias conventuales al Norte y Oeste, cerrados por muralla y Puerta de Burgos. La fachada de la iglesia ocupa prácticamente toda la plaza, quedando apenas un pequeño lienzo, a la izquierda, donde se ubica la puerta de acceso al convento y la casa de la demandadera (recadera).
Catalogación: Bien de Interés Cultural.
Estado actual: Serios daños por humedades y abandono. Restauraciones parciales, acertadas, pero quedando la mayor parte del conjunto pendiente de actuaciones integrales y destino.
Riesgo: Grave.Otros detalles: Con fecha del 7 de enero de 1617, el Libro de Acuerdos del Ayuntamiento registra la voluntad del Cardenal y Arzobispo de Toledo D. Bernardo Sandoval y Rojas, antiguo alumno de la Universidad de Alcalá, de fundar este monasterio femenino. Estaría bajo la advocación y orden de San Bernardo, santo patrón del Cardenal. Al efecto, se eligió como ubicación el denominado barrio de la Almanjara (Almanxara), entre el Palacio Arzobispal, el convento de dominicos de la Madre de Dios y la cerca norte de la ciudad. En ese mismo año comenzaría la compra de casas y terrenos, encargándose las trazas al afamado arquitecto de la Corte, Juan Gómez de Mora.
La primera piedra se colocó, con gran solemnidad, el día 16 de marzo de 1617. Cuando muere el Cardenal, el 7 de diciembre de 1618, deja ordenada la finalización de la obra. Su camarero mayor, Luis Fernández de Oviedo, quedaría como supervisor de las obras, contratando en 1619 al pintor Angelo Nardi. El 7 de marzo de 1626 llegaron las primeras monjas, procedentes del monasterio de la Concepción Bernarda de Vallecas (Carmen Román). No obstante, la situación del monasterio era aún precaria, distando mucho para terminar las obras. Con la construción del monasterio, se cambiaría por completo la fisonomía de esta parte de la ciudad: se cegó la medieval Puerta de Burgos, se abriría la nueva puerta de San Bernardo, se alteró radicalmente el trazado urbano, apareciendo y desapareciendo calles.
Como suele ser habitual, la iglesia es el elemento más singular del conjunto monástico. Conserva en su interior la mayor colección de cuadros de Angelo Nardi. Tras una 'engañosa' fachada-telón, se oculta una iglesia que no es de tres naves, sino de planta oval, con seis capillas radiales y una espectacular cúpula, primera de este tipo que se construye en España. El altar-baldaquino, de cuatro caras, es otro elemento singular a destacar. Se le atribuye al jesuíta Francisco Bautista, con decoración pictórica de Angelo Nardi. La primera planta de la nave está recorrida por balcones de hierro forjado, lo que le da un peculiar aspecto de 'anfiteatro urbano'. La cúpula se vino abajo al ser afectada por el incendio del Palacio Arzobispal, en agosto de 1939, siendo reconstruída entre los años 40/50. Posteriormente, fue restaurada en 1980 y nuevamente de 2004 a 2006. La linterna actual difiere de la original.
Al Norte y Oeste, encontramos el monasterio, en torno a dos claustros. El principal, se sitúa al Norte de la iglesia. De dos plantas, la baja posee arcos de medio punto en ladrillo sobre pilares de piedra; la primera planta se encuentra cerrada con ventanas, situadas éstas sobre los ejes de los arcos inferiores. En su derredor se encuentran las celdas, refectorio, cocina, despensa, bodega, etc.
Tras la marcha de las ocho últimas religiosas, en el año 2000, el monasterio quedó solo ante un futuro incierto. Afortunadamente, poco tiempo después se le sometió a una restauración completa de las cubiertas, lo que ha evitado una degradación mayor. También se han llevado a cabo otras actuaciones puntuales, como la reciente restauración de las capillas de la iglesia. En estas fechas (mediados de 2010), se prevé la restauración de la Casa de la Demandadera, la recadera que servía de contacto entre la clausura y el mundo exterior, sita en el acceso desde la plaza a la zona conventual. Pero el abandono sigue haciendo mella en sus venerables muros.
Las humedades, la falta de uso, de mantenimiento, lo extenso del conjunto monacal, provocan que la degradación avance sin casi tregua. La fachada muestra graves daños por humedades, erosiones, vandalismo; numerosas plantas medran entre sus ladrillos y piedras. La cúpula también muestra evidente daños. Pasear por los pasillos del monasterio, ahora vacíos, resulta deprimente, entre acumulaciones de detritus, objetos abandonados y cristales rotos.
Es evidente que la restauración de este conjunto no es para nada baladí, obra necesitada de una inversión cuantiosa, de cuantiosos medios, de cuantioso interés. También es preciso decidir un destino concreto, realizable, que le devuelva sentido, que le dote de contenido. Un edificio no puede ser un cascarón vacío, hueco, sin uso. La aneja Puerta de Burgos, con su reciente derrumbe (ahora reconstruida), nos da un firme aviso de lo que puede ocurrir con este conjunto si no se actúa a tiempo, si se deja pasar con laxitud el tiempo. Obispado, Comunidad de Madrid, Ayuntamiento, sin olvidar la administración Estatal... son agentes que necesitan ponerse de acuerdo, destinar fondos, recursos y actuar sobre esta joya irrepetible del barroco complutense. Un edificio declarado Bien de Interés Cultural, al que le sobran los motivos para ser cuidado, mimado y visitado. Pero que a día de hoy, se encuentra sujeto a indudable riesgo.
Riesgo de daños en los objetos mostrados
